Porcentajes que carga el diablo

Porcentajes que carga el diablo

Cristina Valido, diputada nacionalista en el Parlamento de Canarias y Secretaria Ejecutiva de Políticas Sociales de CC-PNC

Esta semana hemos conocido que el incremento de personas beneficiarias de la Prestación Canaria de Inserción es de un treinta por ciento. Dicho así parece un crecimiento destacable, pero es siempre importante conocer la cifra a la que se aplica el porcentaje, porque si esta es pequeña, el crecimiento será muy poco importante. Algo así como decirle a quien recibe solo cien euros de ayuda que vivirá mejor con ciento treinta, o que a un jubilado o jubilada que reciba menos de quinientos euros al mes debe alegrarle una subida de un uno o dos por ciento. Será siempre mejor hablar de porcentaje que contar la lamentable cifra y confirmar lo que es un secreto a voces que no hay mejoría alguna, y que respecto de la demanda que crece a gran velocidad el resultado sería incluso una involución en toda regla. 
Volviendo al principio, ese treinta por ciento en palabras del propio Gobierno canario supone mil quinientas personas más atendidas con la Prestación Canaria de Inserción. Con más de 30.000 personas solicitando el ingreso canario de emergencia, 90.000 esperando respuesta a su solicitud del Ingreso Mínimo Vital, más de 200.000 acudiendo a los bancos de alimentos, ¿puede este gobierno presumir por haber incrementado en un año catastrófico para la ciudadanía esta prestación en mil quinientas personas?
Eso sí, cuando el porcentaje no conviene no se cuenta, entonces la noticia gira en torno a cifras, que de conocer el porcentaje que implican, dejarían de ser noticia. Como ejemplo las noticias sobre denuncias falsas en violencia de género o delitos cometido por jóvenes inmigrantes, entre otros. Tanto en un caso como en el otro si conociéramos los porcentajes que significan respecto del total de denuncias por violencia de género o respecto del total de delitos cometidos por menores, observaríamos que la noticia es otra, que el problema son los vergonzantes datos de la violencia de género y las altas tasas de delincuencia juvenil, no las excepciones que se pretenden convertir en acontecimientos de especial gravedad y que facilitan argumentos a quienes pretenden distraer la atención del verdadero problema, a esos que no aceptan que lo otro son inevitables derivadas.
Si hablamos de rebajas muchos son expertos en descuentos, sabemos que un cincuenta por ciento menos no siempre significa adquirir algo a la mitad de su valor, sino a la mitad del precio que se haya determinado, y que puede haber sido modificado antes de sacar el objeto en la campaña de rebajas. Y sabemos que esos escaparates que hablan de «hasta» un sesenta por ciento, se refieren casi siempre a pocas o a malas cosas y que hasta con ese porcentaje de descuento siguen siendo caras.
Hemos entendido en esta pandemia que los porcentajes no son fotografías de la realidad, que las cifras no sirven, ni orientan, ni informan, cuando se aíslan de los datos de conjunto que permitan su correcta interpretación y un análisis serio, lo demá , de toda la vida, se llama manipular, información sesgada o desinformación. 
El porcentaje es una herramienta sencilla y cómoda para hablar del tamaño relativo de diferentes fenómenos sociales o de la variación a lo largo del tiempo de un cierto fenómeno. Lo usamos todos los días, casi siempre bien. Pero ciertos deslices hacen sospechar que algunos no entienden bien qué es exactamente lo que expresan, o que entendiéndolo, simplemente eligen aquello que les conviene que creamos.