A las mujeres que no fuimos, pero sobre todo a las mujeres que somos

Cristina Calero, JNC de Lanzarote

Mucho se habla de lo que podríamos haber sido en muchos escenarios hipotéticos, donde la vida nos habría tratado de otra manera y no de la que ocurrió en realidad, imaginándonos en un papel o siendo de una manera que no somos ahora. Y esto es algo tan natural como ser humano, pero si hay alguien que sepa bien de todo lo que pudimos ser y no fuimos somos las mujeres. Algo se habla de las que sí lograron ser, pero ¿y las que no fuimos? ¿Hablará alguien de nosotras? ¿Hablarán si no fuimos Hedy Lamarr, a quien le debemos poder navegar en Internet o Mary Jackson, la primera mujer en trabajar en la NASA? ¿Hablarán de nosotras si no somos las mejores del mundo? ¿Si no somos algo completamente extraordinario? Pues es curioso, pero ni aun así. Ni siquiera siéndolo, hablarán de nosotras. El récord del mundo de Grand Slam lo ostentan tres mujeres: Margaret Court (24), Serena Williams (23) y Steffani Graf (22); sin embargo, ¿dónde están nuestras portadas?

Quizás no has sido consciente hasta ahora de lo que supone esto, pero vivimos en un mundo en el que nos arrebatan las oportunidades, donde ni siquiera se construye para nosotras sino a razón de unos estereotipos y donde estamos constantemente expuestas a estímulos que nos obligan a adentrarnos en una carrera de la que no se puede salir si se quiere seguir en el candelero. Quizás te plantees que no te han arrebatado la oportunidad, que pudiste ser lo que quisiste ser, pero si empiezas a sumar todos esos pequeños momentos en los que te recomendaban qué estudiar, cómo vestirte, cómo comportarte o cómo ser, ¿qué pasaría? Si lo sumas todo, ¿fuiste lo que quisiste ser o lo que te dejaron ser? Veo a mi alrededor mujeres a las que les negaron la oportunidad: la de estudiar o por lo menos estudiar lo que querían y donde querían, la de irse a ver mundo, la de ser libre, la de no tener cargas de cuidados. Nos negaron, en definitiva, la habitación propia y la oportunidad de ser.

Siendo realistas, además de negarnos la habitación propia, nos construyeron una jaula, la de la expectativa sobre nosotras. La del resto de personas sobre nosotras, pero especialmente la que tenemos nosotras mismas sobre lo que deberíamos ser. Esa expectativa de no ser lo suficientemente buenas, listas, guapas o extraordinarias. No seremos Marie Curie, Rosa Parks, Rosalía o JLo, nunca, pero no nos hace falta. Vamos a razonarlo un poco ¿de verdad queremos ser Wonderwoman? Porque bien que adoro el personaje, pero compararte con un referente que jamás alcanzarás, flaco favor nos hace. Así que llegados a este punto deberíamos plantearnos que construir referentes está muy bien, pero no inalcanzables. Visibilizar lo cotidiano bien podría volverse revolución, pero si hay algo que debería volverse revolución es vivir, nada más y nada menos. Vivir siendo todo lo que quieras ser. Elige si quieres pensar en todas las mujeres que no fuimos o en las personas que podemos y queremos ser.